"Dios... por favor perdona todos mis pecados y alumbra mi
camino... te lo ruego señor" Leyana había detenido un ataque a una de las aldeas que se
encontraban en la tierra, los demonios yacían en todas partes... ella ya se
encontraba muy lejos del palacio, cerca de los límites del reino. Había salvado
a los humanos de su dimensión, resguardando a todas las personas de la aldea
dentro de sus hogares, creo un hechizo de protección sobre toda la zona. Todo
humano y ángel podría entrar a la barrera, pero no sería igual para los
demonios.
Al terminar Leyana se alejó de
la aldea unos cuantos kilómetros a descansar cerca de un arroyo. Su mente viajo
al pasado cuando ella todavía luchaba en la primera guardia del ejercito de ángeles
junto a su hermano.
No fue complicado el mezclarse
entre los chicos jóvenes ya que el cuerpo de ella no se había desarrollado del
todo. Ley el dragón de hielo... así la llamaban ya que todo
demonio se paralizaba ante su ataque. cuando su padre se enteró Ley desapareció
de entre las filas de los guerreros, regresando a ser solo Leyana.
Cuando empezó a crecer sus
poderes más que su gemelo la resguardaron dentro del palacio, reforzando campos
de fuerzas en distintas zonas de la región, pero ella sabía que no era la solución
para detener la guerra. Si ella no buscaba la solución, toda su dimensión quedaría
en ruinas como ella lo había previsto.
Después de haber recuperado su
fuerza ella decidió no volver a ser Leyana si no Ley el dragón de hielo, la
cual defendería a toda alma pura en esta guerra. Cubriéndose el rostro con su pañuelo emprendió
el vuelo hacia el bosque en búsqueda de algún ataque a los humanos.